miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA ÉTICA COMO SABER NO NEUTRAL.

LA ÉTICA COMO SABER NO NEUTRAL.


La ética no puede ser un saber neutral, es decir, un saber desinteresado frente al mundo, que al mismo tiempo que orienta la vida, no se encuentre comprometido con ciertos valores y fines de la acción humana. 

Ahora bien, esto no significa que como saber, la ética se identifique irreflexiva y acríticamente con el contenido de un código moral específico, esto es, con un conjunto de normas y leyes morales que se trasmiten a las nuevas generaciones, ya sea en forma oral, por las costumbres, o en ocasiones, en forma escrita y sistemática, y que deban ser cumplidas por los miembros de un grupo social determinado para vivir mejor.

La ética no puede ser neutral ante los distintos códigos morales que han existido o habrán de existir. Como señalan Adela Cortina y Emilio Martínez: No es posible semejante “neutralidad” o “asepsia axiológica”, puesto que los métodos y objetivos propios de la Ética la comprometen con ciertos valores y la obligan a denunciar a algunos códigos morales como “incorrectos”, o incluso como “inhumanos”, al tiempo que otros pueden ser reafirmados por ella en la medida en que los encuentre “razonables”, “recomendables” o incluso “excelentes”.

 La ética no puede dejar de ser un saber comprometido con ciertos valores y finalidades de la acción humana, por lo menos, bajo las siguientes tres consideraciones: siempre y cuando no abandone su carácter de empresa reflexiva y crítica ante la deliberación y discriminación entre lo moral y lo no moral; como actividad pensante capaz de salvaguardar el perfeccionamiento moral del género humano, y como tarea comprometida con la difusión, discusión permanentes y la reafirmación de los códigos, valores y fines morales socialmente vigentes.



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TIPOLOGÍA DE LA ÉTICA.

TIPOLOGÍA DE LA ÉTICA.


Si bien es cierto existe un cierto consenso en cuanto a reconocer en la ética una disciplina esencialmente filosófica que se ocupa de elaborar reflexiones más o menos sistematizadas en torno a las normas y comportamientos morales de los individuos dentro de una determinada sociedad, también lo es que históricamente se han venido conformando distintos tipos de éticas, lo que ha dado lugar a diferentes clasificaciones de la misma; entre ellas cabe destacar la: 

Ética descriptiva: Como su nombre lo indica, su objeto de estudio es la descripción de la moral y los valores propios de cada cultura, grupo, clase, lugar, época y/o determinada sociedad. 

Etica normativa-. Pretende prescribir, o cuando menos recomendar valores y normas como preferibles o deseables. 

Ética crítica o meta-ética.: Es el estudio fundamentante de la posibilidad de lograr enunciados de validez plausibles y el esclarecimiento de la lógica de los términos y enunciados valorativos.

 • Ética aplicada-. Fundamenta racionalmente la decisión de seguir tal o cual conducta, por tal motivo plantea su necesaria aplicación a los distintos ámbitos de la vida cotidiana y de la cultura. Sólo así, la ética retoma su sentido vital y se pone al servicio de la vida.


 • Ética como “arte de saber vivir”: Constituye el intento por averiguar racionalmente cómo conseguir la verdadera plenitud humana, es decir, cómo decidir por nosotros mismos de manera racional, libre y responsable, nuestro propio proyecto de vida. 



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LOS SOFISTAS.



LOS SOFISTAS.


Se dice que los sofistas vivieron en el siglo V a.C., y son considerados los primeros pensadores griegos en estudiar las costumbres, los problemas culturales y las leyes morales.
 En sus reflexiones adoptaron una postura antropocentrista, relativista y escéptica, según la cual, el hombre es la medida de todas las cosas o, lo que es lo mismo, todas las cosas son como les parecen a los seres humanos. 

Uno de estos sofistas, Protágoras, quien nació hacia el año 480 a.C. en la ciudad de Abdera, sostuvo que “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son”. De ésta manera, la verdad y el error, lo justo o lo injusto, la bondad o la maldad, son aspectos relativos y variables, pues para cada persona es bueno lo que ella estima como bueno y malo lo que ella estima como malo.
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LA PÉRDIDA DEL SENTIDO ÉTICO DE LA VIDA.

LA PÉRDIDA DEL SENTIDO ÉTICO DE LA VIDA.


Ya hemos dicho con anterioridad que el hombre, a lo largo de la historia, ha estado propenso a humanizarse o deshumanizarse; que potencialmente lleva en sus entrañas el signo de la contradicción y de la ambigüedad. Lo mismo puede realizar acciones para su perfeccionamiento moral como para su empobrecimiento como ser humano. La indiferencia ante los valores de la vida humana, la no valoración con un sentido ético de su existencia y la de los demás, la anulación misma del valor con base en una actitud donde reina la creencia “del todo vale”, misma que pasa por encima de los valores humanizantes (justicia, respeto, dignidad, igualdad, tolerancia, solidaridad, entre otros), todo ello pone de manifiesto la existencia no de la crisis de una moral en particular, sino de una crisis más global y estructural que involucra algo más radical: la erosión de las bases espirituales de la moral constitutiva y, por ende, de la condición humana actual.

La crisis ética del presente es más que una quiebra o un derrumbe de todos los valores, los ideales y las normas morales de la tradición occidental: es el agravamiento extremo y progresivo de la destructividad de la violencia, del odio, del estado de guerra generalizado que penetra en las personas y en las naciones, totalizando la existencia; se manifiesta en ese vacío moral, ese hueco, ese estado de suspenso, de oscuridad y confusión, de indiferencia y descuaüficación, que genera precisamente la ruptura en la continuidad de la vida y la ubicua amenaza de muerte en la que consiste la “crisis”. Ésta es grave, no sólo en su desplazamiento extensivo, sino ante todo por la intensidad con que rasga en lo profundo, en lo fundamental. La crisis contemporánea es crisis de algo más orgánico, más básico e integral: del sentido ético de la vida, el cual no alude sólo a una manera esencial de “sentir” la existencia, sino a una “dirección” u “orientación de la vida humana y a su “razón de ser” fundamental. La crisis del sentido ético es crisis del hombre mismo, de la posibilidad humanizante por excelencia, que es la moralidad.



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martes, 27 de noviembre de 2018

EL HOMBRE COMO SOPORTE DE LOS VALORES.

EL HOMBRE COMO SOPORTE DE LOS VALORES.

Ha sido una constante en buena parte de la historia del pensamiento ético-filosófico occidental la afirmación de que el hombre es la fuente de los valores. Esto significa que el ser del valor está en la raíz del hombre mismo, ya que, más allá de si éstos son subjetivos u objetivos, lo cierto es que el hombre es la fuente de toda valoración, pues en tanto sujeto axiológico es quien desea, prefiere, capta o intuye el mundo del valor. Asumir esta concepción antropológica y ética del valor no significa negar la objetividad del mismo. Los valores, como hemos visto, son tan subjetivos como objetivos. Sin duda, valoramos porque deseamos, pero deseamos también lo que es valioso, precisamente porque es valioso.
Esta perspectiva, desde la cual el hombre es concebido como la fuente de todo valor, implica admitir que éste posee una naturaleza que lo hace ser constitutivamente un sujeto de valor, soporte de toda valoración. Los rasgos distintivos de esta naturaleza humana, a partir de los cuales se justifica que es el hombre y nadie más que él cpsienpone e inventa los valores, son los siguientes: 

1. La necesidad esencial de valorar. Pueden cambiar todos los valores en las diferentes épocas y sociedades, pero no cambia la valoración misma, es decir, el hecho de que el hombre, en todo momento, es un ser que prefiere, opta y actúa en un determinado sentido moral. “La no indiferencia es definitoria del hombre y de ahí surgen los valores mismos: bueno-malo, bello-feo, justo-injusto, mejor-peor”.

2. La naturaleza humana es naturaleza posible. El hombre no es algo cerrado, cancelado y unívoco de una vez y para siempre, por lo mismo es indeterminado, libre y elegible. Es un ser, donde quiera que se encuentre, con posibilidad de elección. Ya decía Sartre: “Estamos solos sin excusas... el hombre está condenado a ser libre”.

3. El hombre lleva en sus entrañas el signo de la contradicción. El ser mismo del hombre consiste en vivir en la contradicción. Por eso se dice que éste es el ser del valor, en el sentido de que es un ser múltiple, ambivalente, positivo-negativo; vive en carne propia la ontología de la contingencia, es decir, puede optar por los valores positivos o los negativos, el bien o el mal, el amor o el desamor; es como es, pero puede ser de otro modo. 



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TIPOS DE VALORES.

TIPOS DE VALORES.



Para fines de análisis, los valores se pueden clasificar en: humanos, éticos, morales, intelectuales, estéticos, económicos, científicos, entre otros. En lo que sigue, sólo destacaremos los que desde el punto de vista ético resultan ser los más relevantes:


 • Valores humanos: Son los valores que emanan del deseo de ser, de las posibilidades o potencialidades más propias e inherentes a la naturaleza humana. Son los valores del hombre humanizado, toda vez que éstos expresan su esencia, al mismo tiempo que la van transformando y enriqueciendo históricamente con las grandes creaciones de la cultura y la civilización (libertad, paz, igualdad, justicia, amor, racionalidad, dignidad, etcétera). 

Valores éticos: Son los valores del hombre, pero en cuanto persona; su ámbito es el de la interioridad, de la conciencia y la vivencia, de la autenticidad, la intencionalidad, la voluntad y la responsabilidad. Pertenecen a la esfera propia de la individuación, la libertad y la conciencia moral de la persona (honestidad, bondad, verdad, prudencia, justicia, respeto, tolerancia, dignidad y valor de la persona, criterio moral, etcétera).

 • Valores morales: Al igual que los valores éticos, son los valores que competen exclusivamente a la persona, entendida esta última como el único ser consciente y libre, responsable de sus actos. Sólo las personas pueden ser sujetos de los valores morales (justicia, bondad, la persona, el amor, etcétera). 

• Valores intelectuales: Son los valores que dan cuenta de la actitud científica y filosófica del hombre ante el conocimiento. Entre ellos destacan la autonomía del pensamiento y la conciencia crítica, la capacidad de pensamiento lógico, lo verdadero, la creatividad y la inventiva. • Valores estéticos: Son los valores que dan cuenta del sentido del arte, la belleza, lo elegante y el respeto por las diferentes expresiones artísticas.

 • Valores religiosos: Refieren a lo absoluto, la trascendencia, la fe, lo santo, etcétera.

 • Valores cívico-políticos: Sentido de pertenencia a una comunidad, conciencia del otro, solidaridad, fraternidad y servicio, democracia, nacionalismo, amor a la patria, etcétera.

 • Valores físicos: Son los valores de la salud, la capacidad física, la conciencia de sí y la autoafirmación. 

• Valores económicos: Son los valores de uso y de cambio de las mercancías, precios, la bolsa, posesión y propiedad, etcétera. 

• Valores sociales: Son los valores de la solidaridad, sentido de pertenencia, democracia, igualdad, justicia, comunicación, equidad, tolerancia, etc.


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EMMANUEL KANT.

EMMANUEL KANT.



Este eminente filósofo del siglo XVIII rechazaba todas las éticas anteriores, porque eran éticas heterónomas, es decir, porque derivaban las normas y los deberes desde campos ajenos a la propia dimensión moral y racional de las personas. Dichas éticas partían de la existencia de un fin último (como la felicidad, el placer, la perfección, Dios, etc.) y a partir de este fin derivaban los contenidos morales (indicaban qué normas y qué actos eran buenos y qué normas y qué actos eran malos).

 Kant, en cambio, defendió una ética autónoma. Según esta última, nuestros deberes no se nos pueden imponer desde ningún fin real ni ideal, y tampoco es posible derivarlos desde los usos o desde las prácticas cotidianas. De acuerdo con el pensamiento kantiano, los deberes surgen desde nuestra voluntad racional. A este respecto, afirma que, moralmente hablando, nada puede ser bueno ni malo, salvo una buena o una mala voluntad, es decir, que solamente la voluntad puede ser buena o mala. 

Para Kant, una voluntad es buena cuando intenta cumplir el deber por puro respeto al deber. En ello, ni los contenidos ni las consecuencias de nuestras obras cuentan, sólo cuenta la intención (la intención de la voluntad) racional de cumplir con el deber. Obrar por deber es obrar por principios racionales, es decir, universales (válidos para todos los seres humanos) y absolutos (que no varían con las circunstancias); o, lo que es lo mismo: en todos los casos, debemos decidirnos como se decidiría cualquier otra persona racional.


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ÉTICA MARXISTA.

ÉTICA MARXISTA.



La ética marxista, más que desarrollar un código moral de derechos y deberes, ha tendido a poner de relieve las injusticias económicas y sociales, y a predicar la actividad revolucionaria para conseguir la igualdad social.

 Desde la perspectiva del marxismo, el sistema capitalista divide a los seres humanos en dos grupos heterogéneos y rivales, a saber: por una parte, los ricos, los dueños de los medios de producción o capitalistas, por otra, los pobres, los trabajadores o proletarios. En esta situación, los capitalistas dominan y explotan a los proletarios. 

Ahora bien, los capitalistas no se limitan a dominar y a explotar a los proletarios, sino que, además, tienden a elaborar una serie de ideales, valores y normas defensoras de sus situaciones y de sus privilegios. Pero frente a ellos, los proletarios, cobrando conciencia de su injusta situación, irán desarrollando otros ideales, otros valores y otras normas favorables a sus intereses. Surgen así dos éticas antagónicas, una ética conservadora y defensora del sistema capitalista, y otra ética revolucionaria; esta última, rechazando aquel sistema, intentará establecer la igualdad entre los seres humanos.

A este respecto, Marx cree que mientras dure la dominación capitalista, el proletario poseerá la obligación moral de cobrar conciencia de su situación (conciencia de clase) y de contribuir a la lucha revolucionaria (lucha de clases).


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ÉTICA EXISTENCIALISTA.

ÉTICA EXISTENCIALISTA.


Los existencialistas constituyen un movimiento surgido hacia 1925 en Alemania y en Francia, que centra sus preocupaciones éticas en las condiciones sociales contemporáneas y en los problemas de la libertad y de la responsabilidad moral. Para el movimiento existencialista, el ser humano es, radicalmente, libertad (es decir, la libertad es la característica propia y esencial del ser humano); y esta libertad hace a cada persona diferente de todas las demás; por tanto, no pueden existir valores ni normas morales universales válidas para todos y, consecuentemente, nadie puede decirnos lo que debemos hacer, cómo debemos comportarnos; los consejos son inútiles y cada cual, quiera o no quiera, tiene que decidir él solo sus obligaciones morales (somos libres a la fuerza). 
Efectivamente, los existencialistas propugnan que cada vida posee el sentido que ella libremente ha elegido. Nadie nos indica qué debemos ser ni qué debemos hacer. Cada individuo es el autor tanto de su propio proyecto vital como de sus normas morales; por tanto, hablando moralmente, lo único importante es decidir libremente. De esta manera, podemos llevar una vida auténtica o una vida inauténtica. Llevamos una vida inauténtica cuando renunciamos a nuestra libertad y nos refugiamos en la muchedumbre, en la masa; en esta situación, el ser humano hace lo que se hace, piensa lo que se piensa, decide como se decide y vive como se vive. 

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ARISTÓTELES.

ARISTÓTELES.


Si la ética de Platón pretendía conducir al ser humano hacia un mundo trascendente, la Etica de su discípulo Aristóteles (384-322 a.C.), intencionalmente se mantiene en los ámbitos de este mundo. Según él, todos los seres humanos tienden por naturaleza a ser felices. El fin último, al cual están enderezados todos los demás fines, es la felicidad. La cual sólo se puede lograr en la polis (ciudad-estado griego). 

Para este filósofo la felicidad se logra mediante el ejercicio de los hábitos positivos o virtudes. En su obra Etica a Nicómaco, afirma que “La virtud es... un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente”.  En tanto hábito, la virtud supone una inclinación permanente hacia el bien; como término medio significa un equilibrio esforzado entre dos extremos viciosos, uno por defecto y otro por exceso. Por ejemplo, la virtud de la valentía, entendida como capacidad para sobreponerse a los peligros, se opone a dos extremos viciosos: la cobardía, o incapacidad de vencer el miedo, y la temeridad, o incapacidad de percibir el peligro que acecha. 

Según Aristóteles, a la virtud sólo se llega mediante un continuo esfuerzo moral. Existen muchas maneras de ser vicioso, pero sólo una de ser virtuoso. De ahí la importancia del ejercicio de la virtud, entendida como término medio, misma que supone una ardua tarea alcanzarla. 


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PLATÓN.

PLATÓN.


Según Platón (428-348 a.C.), el ser humano es cuerpo y alma.
 En cuanto a esta última se refiere, el ser humano es inmortal; es decir, el alma preexiste al cuerpo y continúa existiendo una vez que éste desaparece. El mundo espiritual (el mundo de las ideas) es el lugar natural de las almas. Mas éstas, habiendo cometido una falta, fueron condenadas a residir en cuerpos materiales, corruptibles e imperfectos. Las almas habitan en los cuerpos para purificarse, y así lograr su elevación al mundo espiritual. Las aportaciones éticas más importantes de Platón fueron las siguientes: 
1. El descubrimiento de las virtudes morales cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia.
2. La valoración de la gimnasia y de la ciencia o del equilibrio entre alma y cuerpo: mente sana en cuerpo sano. 
3. La insistencia en la valoración del esfuerzo científico como medio para encontrar nuestro deber


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DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR.

5. DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR.



El enamoramiento es una manifestación del amor pero no se confunde con él. Se trata de un proceso afectivo-sentimental, originalmente entre un hombre y una mujer que surge como un destello que parece indicar que esa persona es alguien trascendental en nuestra vida. 

El proceso de enamoramiento presenta varias características. Una de ellas es que es algo que sucede, es decir, tiene que ver más con el corazón que con la voluntadUna segunda característica es que en el enamoramiento se atrae la persona del hombre o de la mujer, no sólo por el aspecto sexual, sino en su globalidad, es decir, por su personalidad, risa, inteligencia, ternura, carácter, mirada, sonrisa, etc. Una tercera característica, indica que el enamoramiento no se reduce a mera atracción. Implica que, poco a poco, la persona del otro comienza a resultar esencial en mí vida. Gradualmente el sujeto amoroso empieza a darse cuenta que deja de ser uno, par ser con el otro (u otra). De esta forma: Comienza a surgir un nuevo núcleo de vida que antes no existía... Un mundo por el momento exclusivamente privado al que sólo tienen acceso los enamorados pero que va creciendo de forma absorbente y expansiva... El amor adquiere así su carácter central, decisivo y arrebatador; su fuerza terrible y hermosa, casi divina, que modela la realidad y decide el destino de los hombres porque, a partir de ese momento, la vida sólo tiene sentido en presencia y junto a la persona amada.
Se pasa así del enamoramiento al amor, esto es, del estado naciente del amor, al cultivo auténtico de esta actitud consistente en recibir y dar recíprocamente, a partir de la cual la vida sólo cobra sentido en presencia y junto al otro. 

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EL NUEVO ORDEN AMOROSO.

6.2 EL NUEVO ORDEN AMOROSO.


Los problemas sociales y morales del siglo XX y principios del XXI, están llevando a la humanidad por el sendero de una crisis colectiva. En las sociedades actuales este tipo de mutaciones están dando forma a lo que Lipovetsky ha dado por nombre un “nuevo orden amoroso”, donde lo que cuenta no es una clase de amor supeditado al deber y a los imperativos categóricos que regulaban este tipo de sentimientos en las sociedades tradicionales, sino el bienestar individual.
¿Qué es, pues, aquello que ha sido trastocado en la concepción del amor propio como amor a sí mismo y a los demás que caracterizó a la ética de la modernidad? ¿Cuáles son los rasgos del nuevo orden amoroso de la posmodernidad de que nos habla Lipovetsky? El diagnóstico que presenta este autor es el siguiente: 139 Lipovetsky, Gilíes; Op. Cit.; p. 53. 178 • En la transformación operada en la moral sexual, el sexo-pecado ha sido reemplazado por el sexo-placer. • La castidad y la virginidad han dejado de ser obligaciones morales.

• Las parejas homosexuales son reconocidas por la ley. 
• Ya no se considera condenable a la homosexualidad.
• El porno se ha convertido en un espectáculo relativamente trivializado. 
• La heterosexualidad adulta, ya no lleva a hombres y mujeres a ser desterrados de la colectividad. 
• En el sexo posmoralista ya no se debe vigilar-reprimir-sublimar, debe expresarse sin limitaciones ni tabúes, con la única condición de no perjudicar al otro. 
• Con la disociación del sexo de la moral, el primero ha adquirido un valor intrínsecamente moral debido a su papel en el equilibrio y en el pleno desarrollo íntimo de los individuos. 
• La idea de deberes en materia de sexualidad ya sólo suscita la sonrisa, y la vida virtuosa ya no se entiende como austera disciplina de los sentidos.
• Con las nuevas técnicas de reproducción, la procreación de un hijo sin padre, la maternidad y la paternidad sin relación sexual se han hecho posible.




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miércoles, 21 de noviembre de 2018

INDIVIDUALISMO.

2.1 INDIVIDUALISMO: UNA CARACTERÍSTICA DEL AMOR PROPIO EN LA SOCIEDAD ACTUAL.


Con el término individualismo, sucede algo parecido con palabras como egoísmo y amor propio; su sola mención genera ambigüedad. Ser individualista es, o sinónimo de poco compromiso con los valores y causas sociales, o bien, su contraparte, compromiso propio con el desarrollo autónomo de cada persona.

En sentido estricto, el individualismo parte del supuesto de que no hay ética si no se respeta la autonomía del individuo, esto es, sin la conciencia del sujeto moral de su capacidad para crear o aceptar libremente sus normas de conducta, por lo que no puede ser malo en absoluto pedirle que se construya en cuanto tal, es decir, que no renuncie a su condición de ser proyecto creativo.
No sólo no es rechazable la concepción individualista de la persona: es una condición y un deber del sujeto moral mantener su individualidad a salvo de intromisiones ilegítimas; es una condición y un deber del sujeto moral quererse a sí mismo: no despreciar la propia valía, antes bien, extraer de ella el máximo rendimiento.

El individualismo considerado éticamente tiene, por tanto, que tomar en cuenta que: el descrédito actual de la política, el declive de la participación, la injusta distribución del trabajo, la nostalgia de comunidades homogéneas y compactas, la explosión de las reivindicaciones nacionalistas, la exigencia de una calidad de vida que nos proteja de las exigencias puramente técnicas, la dificultad para recuperar al ciudadano como agente de cambio y no como súbdito, las insuficiencias y perversidades del culto a la información y al mercado como modelo hegemónico de las relaciones humanas, entre otras, son algunas de las problemáticas que, política y socialmente, pueden ser consideradas entre las más importantes, dado que ejemplifican la actual desarticulación entre lo privado y lo público, así como la distancia que existe entre las teorías éticas y las realidades del mundo de la vida.



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EL AMOR PROPIO COMO AUTOESTIMA Y COMO AMOR A SÍ MISMO




2. EL AMOR PROPIO COMO AUTOESTIMA Y COMO AMOR A SÍ MISMO .


La autoestima es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, es decir, la aceptación de nuestros potenciales y debilidades, aquello de lo que somos capaces hacer de acuerdo con nuestra humana condición. Significa, por tanto, la posibilidad de aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y defectos.
Se habla hoy en día de alta y baja autoestima. La persona con alta autoestima, al aceptarse como es busca siempre el bien de sí misma, por el contrario, la que tiene baja autoestima, al no aceptarse con sus propios potenciales y limitaciones, tiende a la depresión, a la desmoralización y, en algunos casos, al suicidio. En pocas palabras, no busca su propia realización, sino lo contrario, su autodestrucción.

El amor propio no sólo es bueno, sino totalmente necesario, debido a que es el motor de toda nuestra existencia. Esto significa que, entre más nos queremos y apreciamos a nosotros mismos, más hacemos crecer nuestras propias potencialidades. 

Ahora bien, el amor propio como autoestima, al contrario de como pudiera parecer en nuestros días, no siempre ha sido bien visto en la historia de la humanidad.

 Parafraseando a Kant, los defensores del amor propio “dirán que sin amor propio mi amor a los demás será ciego, y sin amor a los demás, mi amor propio resultará vacío”.

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CONCEPTO DEL AMOR

 CONCEPTO DEL AMOR


Con sólo mencionar el término “amor”, asumimos que hay en existencia muchas clases diferentes de amor: a sí mismo, a los demás, a la naturaleza, a Dios, a la humanidad, a los animales, e inclusive a las cosas materiales. Sin embargo, para los filósofos de la antigüedad esto era mucho más complejo, fue Platón quien sostuvo una concepción dialéctica del amor. En tanto eros, el amor es sinónimo de creación, pero también de carencia; en primer término es amor a la sabiduría, es conocimiento de la belleza, pero al mismo tiempo es ausencia, es decir, capacidad de aspiración y de deseo. En tal sentido, el amor es y no es al mismo tiempo.
Por su parte, Tomás de Aquino define al amor como un acto genérico de la voluntad orientado generalmente, hacia el bien. Según este teólogo-filósofo: “Todo el que obra, obra por un fin. El fin es el bien que cada uno ama y desea, por lo que resulta manifiesto que todo agente obra cualquier acción por algún tipo de amor”. 
    San Agustín, sostuvo una concepción del amor cuyo significado es conveniente vincularlo con su pensamiento teológico. Para él, existen dos tipos de amor: el amor propio y el amor a Dios.

Para Arthur Schopenhauer, el amor antes que otra cosa es una pasión humana que hace posible la perpetuación de la humanidad en el tiempo.

Para Fromm, el amor consiste, más que en el hecho de ser amado, en la capacidad de amar, ya sea a uno mismo o a los demás. En vez de designar una relación personal y directa con un objeto amoroso, refiere a una facultad o actitud, más concretamente, al “arte de aprender a amar”. En este sentido: el amor es un arte, tal como es un arte el vivir... no es una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad no con un “objeto” amoroso... Si amo realmente a una persona, amo a todas las personas, amo al mundo, amo a la vida. Si puedo decirle a alguien “Te amo”, debo poder decir “Amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mí mismo”.


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martes, 20 de noviembre de 2018

LA DESMORALIZACIÓN HUMANA

8. LA DESMORALIZACIÓN HUMANA 



Lo amoral, inmoral y la desmoralización en el hombre, más que ser una mera antítesis conceptual de lo considerado como propiamente “moral”, se convierte en un abandono de la posibilidad de llegar a ser cada vez más humano, es decir, más justo, honesto, libre, racional, y todo aquello que, de acuerdo con la moral como contenido, constituye lo estrictamente humano. 


Para Ortega y Gasset un hombre desmoralizado dejaría de comportarse totalmente como hombre. El mismo ha podido ver que la vida humana antes de ser honesta o inhonesta. es moral. El hombre por naturaleza es un ser constitutivamente moral. En la construcción moral le va su ser.

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EL QUERER COMO POSIBILIDAD.

4. EL QUERER COMO POSIBILIDAD.




La ética del deseo, de la posibilidad y de la libertad transforma el principio cartesiano “pienso, luego existo”, por el de “quiero, luego existo”. Si la acción humana es el fundamento de toda moralidad, para ser el hombre primero tiene que querer ser. Ya no se trata ahora de la acción como fundamento, sino de interrogar por el fundamento del fundamento, esto es, por aquello que está detrás de la acción misma, y que es precisamente la voluntad como fundamento de la acción ética. Así, el nuevo principio de la subjetividad énea no es el deber, sino mi voluntad más profunda. Por lo que, de acuerdo con Savater, la pregunta radical sobre la cual gira la ética ya no es “¿qué debo hacer?” ni tampoco”¿qué puedo hacer?”, sino “¿qué quiero hacer?”


Quiero antes de ser... ¿Por qué? Precisamente porque el primer propósito, el primer anhelo del querer es ser. Querer es querer ser; y querer ser es querer ser más, querer acendrarse y ampliarse más en el ser. En último término, querer es querer ser plenamente, totalmente: ser del todo y el todo. Quiero luego soy porque no quiero primordialmente más que ser y soy mi querer y soy lo que quiero, consisto en querer ser.


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martes, 13 de noviembre de 2018

EL HOMBRE COMO SUJETO DEL DESEO.

3. EL HOMBRE COMO SUJETO DEL DESEO.


Dentro de las estructuras éticas y ontológicas del ser del hombre se encuentra principalmente el deseo, elemento constitutivo que nos hace seres humanos. Pero éste adquiere diferentes significados según las distintas perspectivas teóricas desde las cuales se le aborda.

Desde el sentido común, el deseo tiende a ser identificado con el deseo sexual. 
En esta misma línea de interpretación, pero desde un enfoque científico, la concepción freudiana asocia al deseo con la libido, es decir, con el impulso sexual reprimido en el individuo, no susceptible de realización, precisamente por razones sociales, axiológicas y culturales. Se trata del deseo sexual sublimado.

Sin embargo, en el propio Freud hay una distinción sutil pero decisiva y fundamental entre líbido y eros: no son equivalentes. Y sólo si se concibe como Eros, como pulsión de vida, y de ahí como fuerza de unión y creación, puede ser el deseo verdadero origen o fuente vital de la valoración y de la creación de valores. Esta concepción del deseo identificado con el eros, es decir, con el amor entendido como impulso de vida, y a su vez como fuente originaria de la valoración y de la creación de los valores, aparece muy cercana a una significación ética del deseo.

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PRE-PRODUCCIÓN




PRE-PRODUCCIÓN


Introducción: El vídeo abordará un tema de ética, siendo en este caso el tema “La moralidad como realidad estructurante de lo humano”, que a su vez se divide en dos subtemas: “comportamiento animal versus comportamiento humano” y la “justificación como estructura interna del acto moral”. Se tocarán los puntos de mayor importancia en dichos apartados, así como una conclusión del tema en general.

Objetivo: Mostrar las cualidades que el ser humano posee en su comportamiento, haciendo mención de la diferencia que tiene contra especie de ser vivo, tal como lo son los animales.

Justificación:  Las personas actualmente necesitan tener conocimiento acerca de cómo funciona su comportamiento de una forma más teórica y su comparación con otros tipos para saber en qué deben mejorar o reforzar.

Fundamentación:  Es la narración de un documental porque define la realidad tal y cómo es.

Guión:
           
Presentación:
(Imagen #1)


Desarrollo:
(Imagen #2)



(Imagen #3)

(Imagen #4)

(Imagen #5)





(Imagen #6)


                       





Conclusión
(Imagen #7)
La moralidad como unidad estructurante de lo humano

Comportamiento animal versus humano.

Para el caso de los animales, las respuestas que estos ofrecen al medio ambiente son siempre de carácter mecánico y univoco. Hay así un ajustamiento perfecto gracias a su dotación y determinación biológica.

Mientras que en los animales hay siempre respuestas unidireccionales y repetibles mecánicamente. En el ser humano las respuestas no se producen de forma automática, y en esta no determinación de las respuestas se produce el primer momento básico de la libertad, gracias a que el hombre se encuentra libre de estos estímulos del medio ambiente puede adaptarse a múltiples formas, gracias a que posee inteligencia, misma que le permite hacerse cargo de su situación de manera libre y consiente.

Mientras el animal está dando el ajustamiento, el hombre tiene que “hacer” ese ajustamiento, es decir, tiene que justificar sus actos.

La justificación es, pues, la estructura interna del acto humano.

Lo que hay en el animal era justeza automática, en el ser humano es justificación activa, y esta necesidad de justificarse lo hace necesariamente moral.

                                   

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LA ÉTICA COMO SABER NO NEUTRAL.

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